El PASADO NO SE DEBE OLVIDAR.

El PASADO NO SE DEBE OLVIDAR.

1) EL PASADO NO SE DEBE OLVIDAR

Y es que, de una forma u otra, el pasado repercute en el presente. El pasado conforma nuestra historia, quiénes somos y por qué. El pasado nos enseña lo que se hizo mal, para evitar repetir los mismos errores.

“Marzola”, de la mano de la autora novel Dalgiza G.M., busca precisamente eso, recordar un pasado no tan lejano cuyos coletazos y consecuencias siguen viviéndose hoy en día.

La actividad de los grupos armados al margen de la ley de Colombia arrancó en los años sesenta, extendiéndose en el tiempo más de lo humanamente soportable. Miles de familias se vieron destruidas por su odio y sus luchas, miles de vidas y miles de sueños truncados.

En esta novela se remueve un ayer doloroso para que no caiga en el olvido. Aunque cualquier realidad supera la más creativa de las ficciones, hay heridas que no se cierran nunca y que, en cierto modo, no deberían hacerlo, pues aferrarse a su recuerdo es lo que permite, en ocasiones, que la sociedad avance y no recaiga en viejos y dañinos hábitos.

Durante años, Colombia fue cuna de destrucción. En la primera entrega de esta novela, la autora se adentra en el corazón más oscuro del país, en su realidad, su tradición y sus conflictos de forma descarnada, cercana y sin adornos. No se trata de un rigor histórico de nombres ilustres, fechas clave, manifestaciones o hitos políticos. Esta historia es la de aquellas familias desconocidas que también fueron determinantes en la construcción del destino colombiano. Rostros que no saldrán en los libros escolares, que no se mencionaron ni en los telediarios, pero que formaron parte de un horror que lo cambió todo.

Ya lo dijo George Santayana en su día: “Los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”.

Una novela, un recuerdo, una esperanza, una necesidad. Porque el ayer construye el mañana y no debe nunca dejarse de lado.

 

2) SEGUIR EN TIEMPOS DE GUERRA

Todos sabemos que la vida no es sencilla. Todo afrontamos épocas de dolor y angustia, todo tenemos batallas que afrontar. Sin embargo, no siempre somos

conscientes de lo terrible que puede llegar a convertirse la realidad de algunas personas.

Aisa, la protagonista de la novela “Marzola”, padece desde su más tierna infancia las nefastas consecuencias de un paisaje selvático dominado por la guerra. Y la guerra no es cualquier mal. Es, probablemente, el peor de todos, el más desalmado e imprevisible. Crecer junto al miedo, las amenazas, la violencia y los asesinatos de los seres queridos, nunca debería ser lo habitual. Pero para ella se convirtió en rutina, una oscura, desdichada y cruenta rutina. No pudo ser niña, como muchos otros. No había tiempo ni espacio para semejantes lujos. Dicen que los seres humanos terminamos acostumbrándonos a todo, incluso a lo malo. Tal vez fuera lo que le pasó a ella, tal vez su naturaleza era especial, su carácter resistente y su mente férrea. Antes de ser siquiera una adolescente, Aisa ya conservaba más penas y traumas que muchas otras personas al final de su existencia. Pero, como debe hacerse siempre, ella convirtió esa tristeza en impulso. Los recuerdos negros fueron su motor para homenajear a lo que ya no estaban, para que tanto sacrificio hubiera merecido la pena. Ella seguía en pie y debía hacer que eso sirviera de algo, por ella, y por los que quedaron atrás.

Porque la vida es una atracción de vértigo que no da margen a detenerse. Si lo haces, pierdes. Aisa siguió. Siguió en tiempos de guerra, aunque todos los factores estuvieran en su contra. Porque solo quien busca oportunidades, incluso entre los más peligrosos escombros, encuentra una salida.

 

3) FAMILIA Y GRUPOS ARMADOS

Los grupos armados de Colombia arrasaron todo a su paso durante años. Tal vez hubo un momento en que aquella inesperada guerra contaba con un bando malo y otro bueno, hasta que terminaron por confundirse y todos se convirtieron en diablos. Hicieras lo que hicieras, cayeras en las manos que cayeras, estabas perdido. Convivir con esto no fue fácil, las madres aguardaban temerosas en sus casas a que, alguno de aquellos hombres sin alma, llegara reclamando a sus hijos, sus vidas, sus escasas fuerzas para ser explotados en mitad de la selva. No fueron años fáciles para ser familia, para cuidar y asegurar el futuro de los tuyos.

Dalgiza G.M, a lo largo de la primera parte de su novela “Marzola”, retrata esta situación en la que familia y grupos convivían en una lucha eterna en la que siempre había pérdidas, pues no había lados vencedores, ni lados humanos.

El clan protagonista de este relato, afronta continuamente y sin descanso un mundo descarnado donde todos son vulnerables, siendo plenamente conscientes de que, antes o después, las bombas llegarán a su hogar. Vivir con esa certeza en el pecho, sabiendo que en algún momento algo sucederá o alguien matará a tus hijos, es el drama que asoló a miles de familias colombianas durante muchos años y que “Marzola” refleja con claridad.

Ninguna familia está preparada para subsistir de semejante forma.

Ninguna guerra debería ser la causa de tamaña destrucción.

 

4) VIVIR CON EL DUELO.

Fue el artista Bob Marley quien una vez dijo: “No sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es la única opción que tienes”.

¿Cómo se sigue viviendo y teniendo esperanza cuando la guerra asola tu vida? ¿Cómo tener sueños cuando tus abuelos, tus padres, tus hermanos, tus tíos y amigos caen entre el miedo, la metralla y el odio? ¿Cómo creer en la vida cuando la muerte es lo único que has conocido?

En el libro “Marzola”, Aisa es una niña que crece en un entorno cruel y lleno de sangre. Aprende a afrontar el duelo desde muy pequeña. Esta es su historia, pero es también la de muchos otros, de ahí la importancia de darle voz y eco. El duelo es triste, oscuro, profundo, un abismo de miedo. Perderse en él es fácil, sobre todo cuando, como en esta trama, se sucede de manera incansable, llevándose consigo a quienes más queremos. Mantenerse firme ante su dureza es, probablemente, uno de los retos más difíciles que plantea la vida, pero hacerlo es necesario y fructífero, siempre sales reforzado. Aisa lo hizo y, aunque queda mucho para conocer el final de su destino, batalló por encontrar la paz que le había sido robada, las oportunidades que se le habían negado. Se esforzó pese a la carga sobre sus espaldas, la pena y las emociones nubladas. Hacer esto, pese a la tristeza, fue lo que le permitió hallar un lugar mejor, una vida mejor. Porque solo debemos perder la esperanza cuando perdemos nuestro propio aliento. El duelo nos enseña que nosotros seguimos vivos y que debemos vivir, por nosotros, y por los que ya no están.

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Dalgiza.G.M

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Comentarios

  • Tristemente la humanidad en general, pero como soy colombiano y el tema de tu libro es de colombia, enfatizamos, pero las personas hoy en dia viven del presente anhelando un futuro y olvidan el pasado, lo que paso, lo que vivimos lo que fuimos, los errores y los horrores que se cometieron, se que la base de la felicidad es perdonar, pero esa palabra no es sinonimo de olvidar, los que creemos en DIOS como Ser creador y no leemos su palabra, llena de historia y de sabiduria no estamos haciendo nada en este mundo, gracias a ese pasado somos lo que somos en el presente y podemos cambiar para ser mejores personas en el futuro, pero OLVIDAR,NUNCA.

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