SOBRE EL FILM EL ACOMPAÑANTE

SOBRE EL FILM EL ACOMPAÑANTE

Por Eduardo Cordoví Hernández

Este filme de reciente factura y que ha causado favorable efecto en la crítica, a juzgar por los premios y nominaciones de relevancia que ha recibido, a mi modo de ver, merece una reflexión.

En lo que se llama buena voluntad para intercambiar opiniones distingo que no me parece necesario ser especialista, profesional ni estar eso que llamamos suficientemente informado para expresar un criterio que; sin ser técnico, preciso o instruido; merezca atención por la simple razón de que pueda estarle asistiendo el sentido común.

La obra de arte, las personas que las representan o las producen; con independencia de que puedan gustar más o menos, ser en mayor o menor medida aceptadas, reconocidas y/o celebradas ya sea por el gran público o por quienes a lo largo de la historia se han enquistado en gremios y academias, y quienes, Cervantes, distinguía como curas y barberos pero que en la vida real tienen suficiente poder como para otorgar laureles y fortunas; además de ser bellas y aunque sean en medianía, perfectas; tienen la responsabilidad social de ser buenas.

Cuando me refiero a ser buenas no lo digo en la idea de esa belleza o de esa perfección y ni siquiera en el sentido de la bondad, sino en el de la utilidad de la virtud que apuntaba un cercano maestro.

Porque cuando, en la película, comienzan al fin a develarse sus misterios y a esbozarse sus mensajes, el acompañado nos dice a las claras como si fuera el profesor Calviño ¡que valió la pena! y el acompañante termina cuadrando con la desacompañada pepilla de canela, gracias a quien parece ser el protagonista principal del filme, el señor Don Preservativo, tan llevado y traído ¡y hasta aupado!

El argumento, válido. Siempre se hace leña del árbol caído. Siempre es más fácil el análisis que la síntesis. Criticar, juzgar, poner en tela de juicio después que pasaron las cosas es ley de la vida.

Hacer lo que se hace en el momento de hacer lo que se debe, es algo por lo que hacerlo o no hacerlo le cuesta la vida a algunos, la vida miserable a otros y la opulencia a otros tantos y ¡a todos! muchas veces, sin merecerlo.

El filme tiene sus méritos y sus esfuerzos destacados; pero no deja ser triste, para mí, pensar que los jóvenes hijos de mis amistades, mis amistades jóvenes y que muchos adolescentes luego de ver este filme salgan del cine con la idea de que contraer un simple catarro ¡no digamos el SIDA! Pueda valer la pena porque lograran acostarse con la persona que les tenía el cerebro echando humo porque, en primerísimo lugar, eso ¡no es amor! (Si es que en aras del amor es que se pretenda hacer valer los sacrificios) y en un otro primer lugar, más primerísimo todavía, no es el SIDA lo único que está en la calle matando, con toda precisión, mujeres muy jóvenes; ni es, tampoco, la muerte lo peor que les puede pasar, sin que importe para nada el adecuado y cacareado uso del preservativo, porque el contagio es piel con piel; estoy diciendo cualquier parte de tu cuerpo con la zona erógena de tu pareja, téngase en cuenta: que el nylon que envuelve un pene no alcanza para proteger toda la zona sexual masculina me refiero a escroto, pubis y caras interiores de los muslos. Para más detalles lea mi artículo: Lo que nadie te ha dicho, sobre el uso del preservativo, solicítamelo a mi correo eduardo@icl.cult.cu

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