El Buen Pastor ha diseñado detalladamente el peregrinaje del hombre en esta vida. Él te enseña a escuchar el sonido rítmico de su cayado sobre las piedras al caminar, para garantizarte su presencia confortadora. Te acoge como “huésped intocable” a su mesa en medio de los angustiosos peligros del desierto. Te marca con el bien y la misericordia, los descansos pasajeros, las largas veredas por los valles y montañas que debes atravesar, hasta conducirte finalmente hacia tu última morada, la ETERNIDAD.
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